Entre anécdotas, lecciones y canciones, Salvador Anzueto Rosales se llevó el cariño, el respeto y la admiración de la comunidad deportiva de Chiapas.
Dio un particular impulso a la práctica del atletismo, el triatlón y la natación en Chiapas –entre otras disciplinas–, además de compartir su pasión por el deporte y generar experiencias de vida en las generaciones de alumnos a quienes guió como maestro de educación física, profesión que ejerció durante tres décadas.
El popular personaje, apodado por muchos como “Buco”, “el Viejito” o “el profe Anzueto”, entre muchos otros cariñosos sobrenombres, falleció el pasado 1 de octubre, a los 83 años de edad, dejando una honda huella para la posteridad.
La más tangible está en las piscinas de “El Delfín”, club deportivo que edificó junto a su esposa Amanda hace 46 años, consciente de que en aquel entonces el índice de ahogados en pozas y ríos era elevado, por lo que era importante que los niños y jóvenes aprendieran a nadar.
“Servir a mi comunidad para mí era lo más maravilloso, entonces con mi esposa empezamos a ver que la necesidad era muy grande, empezando por mis hijas (Rocío, Mónica, Sandra Luz y Amanda Lily) que empezaban a crecer”, relató Anzueto en una de las tantas entrevistas que, por su carácter único, terminaban por convertirse en largas y muy amenas charlas.
“Yo vivo para el deporte, no vivo del deporte, eso me llena de satisfacción, poder contribuir con un granito de arena para que nuestro terruño querido, que es el sendero en el que he crecido, mi Chiapas querido… y no me olvido y tengo que dejar algo”, contó en vida el profe Salvador.
Deportista
Originario del municipio de Villa Corzo, desde niño practicó ciclismo al lado de sus hermanos y luego se enfocó en el atletismo. Mientras que su faceta de mentor la forjó en lo más alto de la esfera deportiva de nuestro país, el Comité Olímpico Mexicano (COM), posterior a sus estudios en el Icach.
Durante una década (1964-1974) impartió educación física en la Escuela Secundaria Federal “Adolfo López Mateos” y por 22 años fue maestro y coordinador deportivo en el Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez (1972-1994), además de ejercer cargos como entrenador de voleibol en la Casa de la Juventud (hoy Injuve), la “Ciudad Deportiva de Tuxtla Gutiérrez”; llegando a ser incluso entrenador nacional de triatlón, disciplina con la que ganó el Premio Estatal del Deporte en 1996, como coach de su hija Rocío, quien fuera campeona Panamericana.
En todo ese tiempo, siempre imprimió su mentalidad positiva y ganadora en sus pupilos, forjando campeones y personas de éxito para la vida.
“Si van a entrenar, entrenen bien, no a medias, si vas a estudiar, estudia bien, no a medias. Todo lo que hagas hazlo bien, no a medias; si te vas a divertir, diviértete bien, no a medias, porque si no vas a caer en una gran mediocridad… hay que prepararnos para ganar, ser unos triunfadores de la vida, ganar, siempre ganar”, compartió en otra oportunidad.
Así, en cada entrevista que brindaba, era inevitable que el profesor Salvador Anzueto Rosales volviera a vivir intensamente en su memoria cada triunfo. Siempre feliz y en ocasiones con lágrimas de emoción, por el sendero recorrido, o como solía expresar, primero con palabras para luego cantar: “De la tierra venimos, a la tierra tornamos, nada trajimos, nada llevamos, pero debemos dejar algo aquí, cuando menos una estela, como dice Machado: ‘Pasar haciendo camino, camino sobre la mar, haciendo brecha, por los que vienen detrás’”.
(Fuente: periódico Cuarto Poder)